Criterios de instituciones internacionales para su diagnóstico por la observación microscópica de hematíes en la orina sin centrifugar o en el sedimento urinario.
La hematuria se define como la presencia anormal de sangre en la orina. Es uno de los trastornos urológicos más comúnmente diagnosticados, ya que representa más del 20% de todas las evaluaciones urológicas. Se clasifica en macroscópica (visible a simple vista) y microscópica (microhematuria). La hematuria es macroscópica cuando es lo suficientemente intensa como para teñir la orina (>5000 hematíes/mm3).
La microhematuria comúnmente se detecta en el laboratorio por tiras reactivas o por observación de hematíes en la orina sin centrifugar o en el sedimento urinario.
Esta guía se ha establecido debido a la incidencia relativamente alta de falsos positivos y negativos cuando se utilizan solo tiras reactivas. No se debe considerar que existe microhematuria cuando es diagnosticada por una tira reactiva positiva. No obstante, la positividad de una tira (aunque se trate de trazas) debe llevar a una evaluación microscópica de esa orina. La ausencia de glóbulos rojos en muestras de orina positivas para una tira reactiva podría sugerir, por ejemplo, mioglobinuria o hemoglobinuria por lisis de eritrocitos.
El análisis microscópico de orina también puede identificar infecciones urinarias y elementos del sedimento urinario no detectados por las tiras reactivas (p. ej., cristales y cilindros) que pueden ayudar a diagnosticar la patología subyacente.
La Asociación Española de Pediatría considera patológica la existencia de más de 5 hematíes por campo (con objetivo de 400X) en orina fresca centrifugada o de más de 5 hematíes por mm3 en orina fresca no centrifugada, en tres muestras de orina consecutivas y separadas entre ellas de dos a cuatro semanas (2).
Ahora ¿es lo mismo para niños que para adultos? Esta Asociación reconoce que la excreción de glóbulos rojos aumenta con la edad y tras el ejercicio. De igual modo considera anormal la lectura de al menos 1+ de sangre en orina mediante tiras reactivas en las mismas circunstancias, aunque este hallazgo, como se mencionó previamente, debe confirmarse siempre con un examen microscópico de la orina (2).
La hematuria microscópica puede subdividirse en microhematuria sintomática, microhematuria asintomática con proteinuria, que es sugestiva de una enfermedad glomerular, y microhematuria asintomática sin proteinuria, que sugiere una posible malignidad urotelial.
Las etiologías urológicas de la hematuria incluyen malignidad, infección, inflamación, enfermedad litiásica, hiperplasia prostática benigna y anomalías anatómicas congénitas o adquiridas. La hematuria también puede confundirse con fuentes ginecológicas de sangrado, mioglobinuria o pigmentación de la orina por la ingestión de ciertos alimentos y medicamentos.
La consecuencia más grave y devastadora de la hematuria es la malignidad. Ésta se da en aproximadamente un 3% de los pacientes con microhematuria, aunque esa cifra varía según la presencia o no de factores de riesgo. Existen muchos criterios para estratificar a los pacientes en bajo riesgo, intermedio y alto. La estadística sugiere que la mayoría de los pacientes con microhematuria verdadera no son derivados adecuadamente a los servicios de urología, lo que podría llevar a un diagnóstico tardío de malignidad. En estos casos debe identificarse la sangre de procedimientos urológicos recientes, infecciones urinarias y contaminación por sangrado rectal o vaginal.
En los casos en que se ha detectado un único hallazgo de hematuria microscópica, se sugieren análisis de orina periódicos durante al menos un año si no se realizan más estudios después del diagnóstico inicial (1).
La guía Americana sugiere que ante pacientes con microhematuria, los médicos deben realizar una anamnesis, una exploración física que incluya la medición de la presión arterial y la determinación de la creatinina sérica para evaluar los factores de riesgo de neoplasias malignas genitourinarias (p. ej., antecedentes detallados de tabaquismo), nefropatía clínica y causas genitourinarias ginecológicas y no malignas de microhematuria. En pacientes con hallazgos sugestivos de una etiología ginecológica o urológica no maligna, los médicos deben evaluarlas mediante técnicas y pruebas de exploración física adecuadas para identificar dicha etiología. En pacientes con hematuria atribuida a una infección del tracto urinario, se debe obtener un análisis de orina con evaluación microscópica después del tratamiento para asegurar la resolución de la hematuria (1).
Nuestra práctica coincide con las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría y se basa en que 3 hematíes en una orina sin centrifugar equivaldrían a aproximadamente 30 en un sedimento urinario (muchos más que 5). Si bien, para la AUAMH estaríamos generando más resultados falsamente positivos, podríamos alertar más tempranamente acerca de una posible nefropatía o de una enfermedad maligna y podrían evitarse estudios costosos o invasivos si se consideraran los factores de riesgo.