Actualidad Cientifica

Revista 625

Anticuerpos policlonales purificados

Nueva plataforma para desarrollar tests de diagnóstico rápido

Un equipo multidisciplinario de investigadores del Conicet creó una nueva plataforma para desarrollar tests de diagnóstico rápido, vitales en emergencias sanitarias, a partir de anticuerpos policlonales purificados de caballo desarrollados en el país. Ya funciona para SARS-CoV-2, pero podría aplicarse a otras enfermedades infecciosas como el dengue, en vísperas de un brote anunciado.

El acceso a tests de diagnóstico rápido de infección viral es vital en contextos epidemiológicos complejos, como el que se generó durante la pandemia de COVID-19 y como el que puede producirse con el inminente brote de dengue que se espera para este verano. Un grupo interdisciplinario de investigadores e investigadoras desarrolló una innovadora plataforma para producir pruebas de flujo lateral con recursos enteramente disponibles en el país, inicialmente para la detección del SARS-CoV-2 pero potencialmente aplicables a otras enfermedades infecciosas.

Ana Sol Peinetti, jefa del Laboratorio de Bionanotecnologías del INQUIMAE, UBA-CONICET

El proyecto fue encabezado por Ana Sol Peinetti, investigadora del CONICET y jefa del Laboratorio de Bionanotecnologías en el Instituto de Química, Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE, UBA-CONICET) en Exactas UBA, y Daiana Capdevila, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA) y jefa del Laboratorio de Fisicoquímica de Enfermedades Infecciosas de la Fundación Instituto Leloir.

La clave del trabajo –publicado en la revista Biosensors– radica en el uso de anticuerpos policlonales purificados, obtenidos de suero de caballos –expuestos al antígeno que debe activar la respuesta inmune– y desarrollados en la Argentina, que demostraron ser tan eficaces como los monoclonales.

Parte del grupo del Instituto Leloir, la UNQ y el INQUIMAE, que llevó a cabo el desarrollo (de der. a izq.: M. Yanovsky, J. Juncos, A. Gamarnik, A. Mazzeo, J. Caramelo, D. A. Capdevila, E. Peri Ibáñez, C. Silva y A. S. Peinetti).

El desarrollo de esta plataforma permite acceder a una herramienta de diagnóstico cuya disponibilidad en contextos epidemiológicos complejos suele ser muy limitada.

“Obtener un anticuerpo monoclonal supone una compleja serie de pasos en el laboratorio para encontrar el que mejor funciona para determinado antígeno. Es, a la larga, el mejor escenario para el diseño de una herramienta de diagnóstico. Ahora bien, los policlonales son más fáciles y rápidos de obtener –explica Peinetti–. Uno inyecta el antígeno en el animal, caballo o llama, extrae directamente el suero y ese suero ya tiene los policlonales, algunos con mejor afinidad que otros. Parte del desarrollo consistió en ver cómo los purificamos y cómo hacemos para, de esa ‘sopa’ de anticuerpos, quedarnos con los que mejor funcionan y mejor se unen al antígeno”.

Gracias a la selectividad que opera ese método de purificación, la performance de detección es, sostiene Peinetti, “similar en especificidad y en sensibilidad a la de los tests de anticuerpos monoclonales comerciales”.

Anticuerpos policlonales

En esta etapa del trabajo, del suero de caballo se aislaron y purificaron los anticuerpos más útiles contra la proteína N (nucleocápside), que está en el virus SARS-CoV-2, y con esos policlonales se construyó la herramienta de diagnóstico rápido para detectar COVID-19 en seres humanos, pero el método es aplicable a la detección de otros virus.

“Trabajamos con ese batch (lote) de policlonales que a priori no sabemos estrictamente cuáles son y que, por lo tanto, no podríamos reproducir, esa es la ventaja que tiene el monoclonal, pero obtenemos, en cambio, mucha cantidad. Lo bueno es que los caballos tienen una respuesta inmune sostenida en el tiempo. La idea que subyace a este desarrollo es que, mientras se trabaja en la obtención de buenos monoclonales, que pueden tardar uno o dos años, aquí sacamos el suero, lo purificamos en dos días y podemos generar millones de tests, rápido, y con similar eficacia. En contextos como el de la pandemia, en países donde no es sencillo hacer pruebas masivas de qPCR, disponer de este recurso es una ventaja”.

Ese es el dato más valioso del desarrollo de esta plataforma, que permite acceder a una herramienta de diagnóstico cuya disponibilidad en contextos epidemiológicos complejos suele ser muy limitada. Ante una emergencia sanitaria como la que se dio durante la pandemia de COVID-19, pero también en coyunturas difíciles como el brote de dengue de principios de año y el que se avecina, crece la demanda de ciertos insumos médicos, la cadena global de suministros se resiente y el acceso a esos elementos, cuando deben importarse, se dificulta.

De allí la relevancia de contar con un desarrollo propio y garantizar la producción nacional de este tipo de tests, aprovechando el impulso de importantes capacidades aprehendidas durante la pandemia.

La plataforma de tests rápidos es el resultado de la colaboración de investigadores e investigadoras de varias instituciones: el INQUIMAE, el IIBBA, la Fundación Leloir, el Laboratorio de Inmunología y Virología de la Universidad Nacional de Quilmes, el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo, la cátedra de Inmunología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, el Instituto Nacional de Producción de Biológicos ANLIS Malbrán, el Centro de Medicina Traslacional del Hospital El Cruce-Néstor Kirchner), y el Instituto de Ciencias de la Salud de Universidad Nacional Arturo Jauretche.

Con el equipamiento disponible, hoy existe la capacidad para producir unos 5 millones de test por año, que podrían venderse en farmacias.

Todas esas contribuciones fueron imprescindibles para concretar un proyecto muy ambicioso, que incluye desde la obtención del suero equino hasta la construcción de una plataforma para pruebas de inmunocromatografía de flujo lateral, es decir, tests rápidos de acceso abierto, como los de embarazo, que además involucraron, entre otros desarrollos, un diseño de nanopartículas de oro para la inmovilización de los anticuerpos.

La plataforma, entonces, ya funciona para SARS-CoV-2. “Con el equipamiento disponible, hoy tenemos capacidad para producir unos 5 millones de test por año, que podrían venderse en farmacias”, dice Peinetti.

El virus del dengue es el próximo objetivo, un desafío fundamental en términos de salud pública. ¿Llegan para este verano? La plataforma ya está montada, y la continuidad del desarrollo y la posibilidad de concretarlo a tiempo dependen de que se cumpla con el financiamiento acordado a través de los proyectos de Redes Federales de Alto Impacto, en los que se enmarca esta investigación.