Actualidad Cientifica

Revista 624

Máximo estándar de calidad internacional para analizar ADN

Dra. Andrea Sala, bioquímica investigadora del Conicet y directora del Servicio de Huellas Digitales Genéticas en la FFyB-UBA

Un laboratorio con especialistas del CONICET ha logrado acreditar la Norma de calidad ISO 17025, otorgada por el Organismo Argentino de Acreditación (OAA). Se trata del Servicio de Huellas Digitales Genéticas, ubicado en la Facultad de Bioquímica de la UBA.

Las normas de calidad son a los laboratorios de análisis clínicos lo que la Constitución Nacional a un país: consensos que hay que cumplir y sientan las reglas para que todo –una serie de ensayos, un conjunto de personas- pueda funcionar de la mejor manera posible. En el caso de los laboratorios, no muchos llegan a obtener ese papel que dice que se cumplen con las normas fijadas tanto a nivel nacional como internacional: hay que trabajar de manera incansable para alcanzar ese estándar. Es por eso que la investigadora del CONICET Andrea Sala, bioquímica y actual directora del Servicio de Huellas Digitales Genéticas (SHDG), ubicado en la Facultad de Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y creado en 1991 bajo la dirección del también científico del CONICET Daniel Corach, celebra que después de dos años de esfuerzo y treinta años de trayectoria el laboratorio del SDHG haya podido acreditar la Norma de calidad ISO 17025, otorgada por el Organismo Argentino de Acreditación (OAA).

Sala, hoy una experta en la resolución de pericias forenses a través del análisis de ADN, cuando se decidió a estudiar Bioquímica jamás pensó que terminaría dedicándose al área de genética forense y poblacional, porque ni siquiera la genética se estaba desarrollando en el país. Aprendió sobre la disciplina una vez graduada, desarrollando su trabajo de doctorado bajo la dirección del genetista del CONICET Daniel Corach, quien en 1991 creó el Servicio de Huellas Genéticas, primer centro institucional del país dedicado a la Biología Molecular Forense, al que Sala se incorporó en 1993.

“Fue un trabajo intenso. Somos un laboratorio que se compone hoy de dos profesionales, dos administrativas y una estudiante en formación, cumplimos tareas de investigación y transferencia tecnológica, hacemos análisis de ADN para los poderes judiciales y para clientes particulares, formamos recursos humanos y realizamos docencia de grado y posgrado. El proceso de acreditación, en el cual se vio involucrado todo el personal, fue un esfuerzo muy grande de trabajo y formación, para lo cual contamos con la asistencia de Claudia García Bonelli, integrante del Programa Nacional de Ciencia y Justicia, y César Collino, ambos expertos en normas de calidad, pero era el logro que queríamos alcanzar y que merecía este laboratorio después de más de treinta años de trayectoria, siempre siendo pioneros en nuevas tecnologías aplicadas a esta disciplina”, dice Sala, orgullosa.

Fuente: Conicet