Institucional

Revista 624

Seguridad del paciente y su cultura: Un camino por recorrer

Por Agustín J. Bolontrade, vicepresidente de Emsa SA

Sin tocar los mismos temas, recaemos en las mismas necesidades, el trabajo del laboratorio centrado en el paciente y, en este caso, desde la perspectiva de la seguridad del paciente. Podemos entenderla, de manera muy simplificada, como el esfuerzo consciente por evitar lesiones al paciente causadas por la asistencia; en nuestra actividad, la prestación del servicio bioquímico. Para lograr esto, es necesario trabajar en la cultura de la organización y, más puntualmente, en la “cultura de seguridad del paciente”. Es fundamental que este concepto se integre en el trabajo del laboratorio como un modelo mental compartido, posicionando la seguridad como un objetivo común, donde cada persona en el equipo se preocupe por evitar errores, hable abiertamente sobre posibles riesgos y aprenda de los problemas que puedan ocurrir, sin miedo a ser culpado, sino viendo en ellos una oportunidad para la mejora.

Del foco en el individuo al foco en el sistema

Es importante entender, como establece Reason en su teoría del error, que los humanos siempre han cometido errores y lo seguirán haciendo. Por lo tanto, el trabajo para minimizar los errores no debe centrarse exclusivamente en el individuo, sino en el sistema, el cual debe ayudar a establecer barreras que detengan los errores a tiempo.

El modelo tradicional de aprendizaje siempre se basó en el individuo que detecta, analiza, corrige y aprende del error en un ciclo individual, evitando en la mayoría de los casos que esa persona vuelva a cometer el mismo error. Sin embargo, este aprendizaje no se extiende más allá del individuo. Por otro lado, existe otro modelo en el que el profesional comunica el incidente a la organización, permitiendo que esta lo analice, aprenda y modifique las condiciones sistémicas que favorecen la aparición del mismo. Así, pasamos de un modelo de aprendizaje individual a uno colectivo que nos permite preguntarnos no “quién” se equivocó, sino “por qué”. De esta manera, se cambia la actitud tradicional de silencio por miedo al castigo, a una actitud de comunicación que facilita la mejora del sistema y de las barreras de control, abordando los factores latentes que pueden conducir a un error no deseado, transformándose en un evento adverso.

Según la National Patient Safety Agency for England and Wales (NPSA), existen tres características esenciales en la cultura de seguridad dentro de las organizaciones de salud:

Aprendizaje basado en la experiencia

Mejorar la cultura de seguridad de una organización siempre es un reto, pero no es imposible ni está limitado por el tamaño del equipo ni la complejidad de la organización. Las teorías sobre el aprendizaje destacan que no basta con indicarle al personal qué hacer, sino que es crucial involucrarlo activamente en el proceso de cambio mediante el aprendizaje basado en la experiencia. El uso de incidentes reales, recolectados a través de un sistema de notificación de eventos críticos, es sumamente útil, especialmente cuando dichos eventos ocurren en un entorno cercano, haciendo que los profesionales se sientan parte del proceso y se conviertan en los actores principales. Es importante reconocer en el equipo a las personas que se identifican con el cambio y se sienten motivadas, ya que sin dudas forman el grupo con el cual se debe comenzar a trabajar, para luego atraer a los más resistentes y escépticos, quienes en una etapa inicial pueden dificultar la implementación.

Un camino por recorrer

Varios estudios recientes describen la relación positiva entre el clima laboral y la cultura de seguridad, su implementación y desarrollo. También confirman la importancia de la capacitación del personal sobre seguridad del paciente, con una visión más crítica y amplia de los procesos de seguridad, como un factor positivo para lograr cambios constructivos y sostenibles. Sin duda, la cultura no se modifica de un día para el otro. Es un trabajo lento y paulatino que lleva tiempo, pero que rinde sus frutos, no solo en el bienestar de los pacientes, por quienes trabajamos, sino también en el personal del laboratorio, fortaleciendo el trabajo en equipo y construyendo un futuro más seguro para todos.