El diagnóstico se hace con un análisis de sangre. Los especialistas aconsejan realizar por lo menos una vez en la vida una determinación de virus C porque la mitad de los infectados no conoce su condición.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la hepatitis C afecta globalmente a unos 185 millones de personas y causa la muerte anual de unas 350 mil. La mejor forma de conmemorar el Día Internacional de la Hepatitis C es, ante la duda, realizar la prueba analítica de sangre para descartarla.
Generalmente no presenta síntomas, por eso es conocida como la “enfermedad silenciosa”. Puede aparecer de forma aguda o crónica y el período de incubación oscila de dos a seis meses.
Sin tratamiento la hepatitis C aguda evoluciona a la cronicidad en un 55-85% de los casos y puede desembocar en insuficiencia hepática y cáncer de hígado, siendo la causa principal de cirrosis y trasplante hepático. Aproximadamente un 15-45% de las personas infectadas eliminan el virus espontáneamente en un plazo de seis meses, sin necesidad de tratamiento alguno, el 55-85% restante desarrollará la infección crónica. Del 15-30% de los pacientes con infección crónica evolucionarán a cirrosis hepática en un plazo de 20 años.
El diagnóstico precoz es esencial porque permite un mejor tratamiento y evita que la persona infectada pueda transmitir a otras el virus.
Los nuevos fármacos tienen una eficacia del 99%, son para tomar por vía oral y producen pocos efectos secundarios. Los principios activos funcionan de manera conjunta y bloquean las diferentes proteínas que el virus necesita para crecer y reproducirse, lo que permite eliminar la infección de forma permanente. Sin embargo, tienen altos costos.
Los hábitos de vida saludables, las prácticas sexuales con preservativo y no compartir jeringuillas ni utensilios que tengan sangre de otra persona son requisitos básicos para evitar el VHC.
Por el momento no existe una vacuna contra este virus, sin embargo, es importante estar vacunado de la A y B para evitar coinfecciones.
De acuerdo a la Organización Panamericana de Salud (OPS), de los cinco tipos de hepatitis, las B y C son responsables de la mayoría de las enfermedades y defunciones. De hecho, se estima que en América entre 60.000 y 100.000 personas fallecen cada año debido a estas hepatitis. La mayoría de los síntomas aparecen en etapas avanzadas de la enfermedad, lo que conduce a diagnósticos tardíos cuando ya se ha desarrollado enfermedad hepática grave o cáncer.
La Dra. Alejandra Mabel Camino, Magister en Biología Molecular y Diabetóloga explica que el hígado es un órgano asiento de enfermedades propias y afectación hepática secundaria a otras enfermedades o al efecto de algunos medicamentos. Es un regulador perfecto de la mayor parte de los niveles químicos de la sangre y excreta un producto llamado bilis, que ayuda a descomponer las grasas y las prepara para su posterior digestión y absorción. Toda la sangre que sale del estómago y de los intestinos atraviesa el hígado. Su funcionamiento correcto es de vital importancia para todo el organismo.
En cuanto a la hepatitis agrega que es un término que define un estado inflamatorio del hígado. “Esto se produce como respuesta a un mecanismo de daño de las células hepáticas y sus tejidos circundantes. Él o los agentes productores de daño hepático que conllevan a una inflamación pueden ser tóxicos (alcohol, fármacos, solventes, etc.), infecciones virales, infecciones por otros agentes y enfermedades inmunológicas.”
Hay cinco tipos de hepatitis y se identifican con las letras A, B, C, D y E; todas provocan enfermedad hepática, pero tienen diferencias significativas. La Dra. Nora Domínguez, especialista en hepatología de DIM Centros de Salud advierte sobre los aspectos principales a tener en cuenta sobre la Hepatitis C. “Se transmite por exposición a sangre contaminada (a través de inyectables, uso de drogas endovenosas, tatuajes con materiales no esterilizados, etc.). La vía de contagio sexual es menos frecuente, pero existe. El 10 al 40% de los contagios son de causa desconocida. En más del 90% de los casos evoluciona a la cronicidad, en forma silenciosa. Es una causa importante de cirrosis y cáncer de hígado y se relaciona con otras enfermedades como las cardiovasculares, diabetes, tumores”.
Domínguez añade que el diagnóstico se hace con un análisis de sangre. Es importante realizar por lo menos una vez en la vida una determinación de virus C porque la mitad de los infectados con este virus no conocen que presentan una hepatitis crónica por virus C. Con tratamiento el 99% de los pacientes con hepatitis crónica por virus C se curan.