Según la OMS, problemáticas como la contaminación del aire, agua y suelo, o incluso la exposición a productos químicos y la radiación ultravioleta, pueden ser responsables de diversas enfermedades o lesiones.
Esta fecha, que ha sido reconocida desde 2011, fue una iniciativa impulsada por la International Federation on Environmental Health (IFEH).
Los especialistas remarcan que “la última década fue la más calurosa de la historia de la humanidad y ya estamos experimentando los impactos del cambio climático, con incendios forestales, inundaciones y huracanes convirtiéndose en eventos regulares que amenazan vidas, medios de vida y seguridad alimentaria. El cambio climático también afecta la supervivencia de los microbios, facilitando la propagación de virus y ampliando la gama de vectores. Si no se toman medidas, es probable que las pandemias ocurran con mayor frecuencia, se propaguen más rápidamente, tengan un mayor impacto económico y maten a más personas”.
Para la OMS, es fundamental el rol de la salud pública ambiental, “que se refiere a la intersección entre el medioambiente y la salud pública, aborda los factores ambientales que influyen en la salud humana, y que incluyen factores físicos, químicos y biológicos, y todos los comportamientos relacionados con estos. Conjuntamente, estas condiciones se denominan determinantes ambientales de la salud”.
“Las amenazas para cualquiera de estos determinantes pueden tener efectos adversos en la salud y el bienestar en toda la población. Abordar los determinantes ambientales de la salud mejora directamente la salud de las poblaciones. Indirectamente, también mejora la productividad y aumenta el disfrute del consumo de bienes y servicios no relacionados con la salud”, señalan desde la OMS.
“Las razones más apremiantes para adoptar medidas climáticas urgentes no son las repercusiones en el futuro, sino ahora mismo, en la salud. La crisis climática es una crisis sanitaria, que alimenta los brotes, contribuye a aumentar las tasas de enfermedades no transmisibles y amenaza con desbordar nuestro personal sanitario y nuestras infraestructuras sanitarias”, había advertido el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
En aquella intervención, detalló las medidas que habría que tomar, como reducir las emisiones de carbono; crear sistemas de salud “mejores, más resilientes al clima y sostenibles desde el punto de vista ambiental”; y “proteger la salud de la amplia gama de repercusiones del cambio climático. Necesitamos energías renovables en las instalaciones sanitarias; financiación específica para el sector sanitario destinada a la resiliencia climática; y un mayor uso de electricidad fiable, barata y ecológica”.
La OMS remarcó que los factores relacionados con el clima “inciden cada vez más en la salud y sus efectos pueden ser, entre otros, un mayor número de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, traumatismos y defunciones prematuras relacionadas con fenómenos meteorológicos extremos, la inseguridad alimentaria y la contaminación del aire, las amenazas para la salud mental y cambios en los patrones de transmisión de enfermedades transmitidas por vectores”.