Se estima que aumentarán un 50% para 2050; es una emergencia médica que debe tratarse de inmediato. Destacan la importancia de la prevención y la rehabilitación precoz
Un análisis epidemiológico de la Comisión de Neurología de la revista The Lancet proyecta que estos eventos aumentarán un 50% para 2050, de 6,6 millones a 9,7 millones, si no se toman medidas en forma inmediata. “Pero lo más significativo de esos números es que el 91% del incremento ocurrirá en países de bajos ingresos o en vías de desarrollo”, destaca el doctor Lisandro Olmos especialista en rehabilitación neurológica y director médico de Rehab Center, en Luján.
El ACV o stroke (según su denominación en inglés) es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad. Se trata de una emergencia médica que puede cambiar la vida de una persona en cuestión de minutos. Ocurre cuando se reduce o interrumpe el flujo sanguíneo que irriga una parte del cerebro, lo que puede producir un daño irreversible por falta de oxígeno y nutrientes. En un ACV pueden llegar a morir hasta 1,9 millones de células cerebrales por minuto. Por eso, es crítico que el diagnóstico y el tratamiento se realicen dentro de las primeras cuatro horas y media, para prevenir secuelas duraderas.
“Se calcula que luego de un año de ocurrido un ACV, únicamente el 10% de los sobrevivientes tiene una recuperación completa. Otro 10% fallece y el 80% queda con algún grado de secuela que impacta significativamente en su calidad de vida –afirma Máximo Zimerman, neurólogo y director Médico del Centro Cites Ineco en un comunicado de la entidad–. Imposibilidad para mover una parte del cuerpo (brazos, piernas), entumecimiento u hormigueo en las extremidades, caída de un párpado, dificultad para hablar (palabra ´arrastrada´, balbuceo, dificultad en la pronunciación), alteraciones en la visión (ver doble, borroso o dejar de ver súbitamente), pérdida de la conciencia, dolor de cabeza intenso y confusión. Si pensamos que se puede estar ante un ACV, cada minuto cuenta. No hay que medicarse o ir a descansar. El tiempo es cerebro: cada instante que pasa es una posibilidad de hacer un procedimiento y revascularizar la zona afectada. Tampoco es recomendable tomarse la presión: es probable que haya presión aumentada debido al ACV. Hay que dirigirse a una institución de salud o llamar a una ambulancia de inmediato”.
Se evalúa que el aumento previsto tiene que ver con el crecimiento demográfico y con el envejecimiento de la población. Sin embargo, de acuerdo con Olmos, “mientras el crecimiento poblacional en los países desarrollados se dará en personas de más de 65 años y será de más del 100%, el de sobrevivientes de ACV rondará el 110%. En cambio, en los países de bajos ingresos la pirámide poblacional crecerá en población joven y edades intermedias”.
Un editorial del Journal of the American Heart Association de septiembre de 2022 (DOI: 10.1161/JAHA.116.003661) afirma que “el peso del ACV es extremadamente alto. Estimaciones recientes indican que 33 millones de personas sobrevivientes y que este cuadro resulta en más de 102 millones de años perdidos por discapacidad. Por lo tanto, el monitoreo epidemiológico es de una importancia crítica para analizar las tendencias, establecer necesidades (…) y evaluar prioridades de prevención y terapéuticas para el futuro”.
Varios estudios observan crecimiento de ACV en edades más tempranas. Aunque la incidencia aumenta con la edad, alrededor del 10 al 20% de estos eventos ocurre en personas de entre 18 y 50 años, en las que tiene un efecto profundo en su calidad de vida. “En contraste con el ACV en adultos mayores, la incidencia de ACV isquémico en adultos jóvenes está creciendo en todo el mundo”, afirman Esther Boot y colegas en el Journal of Neurolog, Neurosurgery and Psychiatry.
La Organización Mundial de ACV dio a conocer en septiembre de 2023 la declaración global sobre los compromisos para afrontar este cuadro. Allí, sostiene que se puede prevenir y tratar mediante estrategias rentables y basadas en evidencias.
Un trabajo publicado hace ya algunos años por el especialista argentino que dirige el Programa de Enfermedades Cerebrovasculares y el Laboratorio Corazón-Cerebro de la Universidad de Western Ontario, Canadá, Luciano Sposato y colegas (https://ir.lib.uwo. ca/anatomypub/109) mostró que la incidencia de ACV en países de altos ingresos viene declinando en consonancia con un mejor control de los factores de riesgo. Un hallazgo más que interesante es que paralelamente parecen declinar los casos de demencia.
Se calcula que 4 de cada 10 personas que mueren por un accidente cerebrovascular podrían haberse salvado si su presión arterial hubiera estado controlada y que dos quintos de las muertes por esta causa en personas menores de 65 están ligadas al tabaquismo.
En los países de menores ingresos el verdadero desafío es lograr el control de los factores de riesgo y la vigilancia epidemiológica para evitar un creciente número de ACV; en los países desarrollados hoy se está trabajado en tecnologías cada vez más avanzadas en la rehabilitación de los pacientes que sufrieron un evento cerebrovascular para poder intervenir de forma cada vez más precoz y efectiva, dado que en 30 años el número de profesionales para atenderlos será insuficiente.
El Accidente Cerebro Vascular (ACV) es una enfermedad aguda que se produce cuando se tapa o se rompe una arteria del cerebro, la cual puede ocasionar una discapacidad o incluso la muerte.
En Argentina se estima que una persona sufre un ACV cada nueve minutos, por lo que actuar dentro de las primeras cuatro horas es fundamental para que esta reciba el tratamiento oportuno y evitar secuelas graves. “Cada minuto cuenta” y para ello es necesario poder reconocer signos y síntomas de alerta.