Tiempo de cambios: ¿Amenaza u oportunidad?


Por Dr. Agustín Bolontrade, vicepresidente de EMSA SA

El laboratorio de análisis clínicos junto a su entorno se encuentra inmerso en un proceso de transformación. Diversos acontecimientos de carácter social, tecnológico y económico han provocado una redefinición, tanto del rol del personal del laboratorio como del propio lugar de trabajo, que demanda un enfoque renovado. Este cambio de paradigma representa un giro de 180 grados en la dirección estratégica de nuestra profesión y su ejercicio, que sacude nuestros hábitos y costumbres, y que si no nos preparamos se transforma en amenaza. Pero, por otro lado, nos ofrece una perspectiva renovada de nuestra profesión, formas de desempeñar nuestro quehacer en un contexto dinámico que cada día busca más causas, argumentos y respuestas; un contexto lleno de oportunidades y desafíos en constante cambio.



Un paciente cada día más exigente


La evolución de este escenario, desde una de sus aristas, nos presenta todos los días en nuestros laboratorios a un paciente cada vez más exigente para su atención, que demanda no solo resultados precisos y certeros, sino también una experiencia de servicio que se adapte a sus necesidades y expectativas. Pasamos de un escenario centrado en el bioquímico, a un escenario centrado en el paciente, donde ya no es solo el profesional quien pone las condiciones para desempeñar su labor, sino que el paciente también decide el servicio que quiere recibir y cómo lo quiere recibir. En esto último, nos referimos a sus deseos en su gran mayoría centrados en la etapa preanalítica y postanalítica, dejando por supuesto las condiciones técnicas necesarias e innegociables para desempeñar la analítica de manera correcta en manos del bioquímico. También es cierto que el paciente carece de un conocimiento completo acerca de las limitaciones inherentes a la disponibilidad limitada de los recursos, y lo que puede recibir a pesar de sus pretensiones. Un panorama complejo que requiere una cuidadosa consideración de las prioridades por parte de los prescriptores y financiadores para poder hacer un uso eficiente de los recursos finitos, entendiendo que satisfacer una necesidad implica a menudo renunciar a otra, y que una mejor comprensión de la realidad por parte de los pacientes ayudaría en muchas situaciones a mejorar su experiencia de servicio.


Por otro lado, el bioquímico se enfrenta a un entorno laboral caracterizado por una transición hacia un modelo más tecnificado y automatizado, dejando ya de lado muchas de las técnicas manuales, artesanales, que ponían en valor la sabiduría e idoneidad de algunos profesionales.


La complejidad y sofisticación del equipamiento moderno, junto con las metodologías diagnósticas en continuo desarrollo, exigen un personal capacitado, capaz de operar con destreza tecnológica más que con habilidades de mesada tradicionales. Se hace cada vez más notoria la dificultad de sostenibilidad del modelo artesanal, tanto desde un punto de vista económico por la mayor cantidad de horas profesionales requeridas para la realización de las determinaciones, como de eficiencia operativa y de calidad. No obstante, la implementación y puesta en marcha de un laboratorio en la actualidad se erige como una empresa con significativa inversión de capital. Los costos asociados no solo abarcan la adquisición de equipamiento de última generación para resolver la análitica, sino también el despliegue de estrategias de información, identidad, comunicación, mejoramiento de la calidad del servicio del paciente, la optimización de los procesos para garantizar la celeridad y calidad en los resultados, así como el seguimiento constante de los estándares de calidad.


Gestionar el cambio


En este nuevo paradigma, ya no se trata simplemente de ser el proveedor de un informe con resultados de diversos analitos, sino de ofrecer una experiencia integral de servicio que cumpla con las expectativas del paciente contemporáneo, quien busca un nivel de atención personalizado y eficiente. Llevándolo más al terreno de nuestro laboratorio, el bioquímico se ve forzado a trabajar en las etapas pre y pre-preanalítica y post y post-postanalítica. No es suficiente entregar un resultado de un análisis que toma respetado valor porque lo entrega el bioquímico, sino que este resultado debe estar incorporado dentro de las herramientas del equipo de salud, debe estar integrado en un contexto de conformidad en la tríada bioquímico-médico-paciente, y en muchos casos el tercer pagador.


Habiendo sentado algunos conceptos de este enfoque del profesional en el laboratorio y su entorno, como líderes del diagnóstico bioquímico, nos vemos en la necesidad de trabajar en nuestras fortalezas y debilidades, oportunidades y amenazas, para entender dónde estamos, hacia dónde vamos, y poder gestionar el cambio.

Buscando garantizar la continuidad del protagonismo de los bioquímicos y los laboratorios como actores fundamentales e irremplazables en el ámbito de la salud y la sociedad en su conjunto. Aunque es innegable la resistencia inherente al cambio del ser humano, no debemos subestimar la capacidad de la neuroplasticidad humana, que nos permite moldear comportamientos y actitudes, una habilidad fundamental para abordar los desafíos y capitalizar las oportunidades emergentes en la actualidad.


Es necesario que seamos capaces de promover la idea de que ha llegado el momento oportuno para realizar un análisis estratégico exhaustivo, con el fin de redefinir nuestra situación y adaptarnos de manera efectiva al panorama actual en evolución. Este ejercicio nos permitirá comprender con mayor profundidad nuestra posición actual y ajustar nuestras estrategias en consonancia con el cambiante entorno para seguir ocupando nuestra posición destacada en el ámbito de la salud y la sociedad, asegurando así nuestra relevancia continua en el futuro previsible.




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